Antonio Moguer ´´ betico y sufridor ´´

Cuando el desaparecido alcalde de Sevilla don Ignacio Contreras declaró fiesta oficial esperó a los campeones de Liga de Primera División, allá en el año 1935, yo era un niño; pero jamás podré olvidar aquellos centenares de oyentes que aplaudían sin cesar las noticias de Santander, donde el glorioso club sevillano derrotaba (5-0) al Racing en el último partido de Liga. Era un domingo de abril de nuestro incomparable abril sevillano. Mi madre me llevaba de la mano junto con mi hermana, en aquellos paseos domingueros tan tradicionales por los jardines murillos, donde se consumía juna jarrita de cerveza y se comía pescaito frito del bueno. Entonces los kilos no tenían adornos publicitarios; la cerveza amargaba, porque tenía la suficiente cebada y carecía del gasto publicitario que ahora constituye la merma de calidad. Y el pescaito, naturalmente no había que descongelarlo.

En efecto, aquel día, aquella tarde llena de gloria para el futbol sevillano y andaluz, nunca podré olvidarlo. Después la guerra, Nuestro Betis fue uno de los equipos que más sufrieron en su gran formación. La mayoría de sus grandes jugadores eran del norte y cada uno estaba en un sitio o tuvieron que exiliarse en Méjico como muestra inolvidable defensa Aredo, Aedo.


Aquí, ya en la postguerra, empieza el declive bético, en el primer campeonato 1939,40 desciende a segunda división, volviendo a subir en la temporada 41,42. Baja otra vez a Segunda en la 43,44, triste año éste para nosotros, y mas triste aún en 1947, cuando pasamos al pozo de la Tercera. Aquí en este triste año, empiezan las adversidades, las zancadillas, los días amargos y tristes para todos, y a su vez el resurgir de nuestra afición, nuestra inimitable afición. El recuerdo de niño lo llevaba en mi alma. Había que resurgir de nuestras propias cenizas, y con sacrificios con lucha sin cuartel y con el corazón por bandera, el foso de la tercera quedó atrás en 1954.
Este ha sido a mi juicio, el más grandioso ascenso que se ha vivido en España. Tuve la dicha, la satisfacción y el honor de entrar en Sevilla, procedente de Valdepeñas, con los jugadores en el autobús. Desde Écija, una caravana impresionante hacia escolta a los campeones. Lagrimas en los ojos de los jugadores, lágrimas de alegría en los directivos, en todos y en especial en aquel inolvidable presidente don Manuel Ruiz, de Coria del Rio, que hizo el milagro con sangre sudor y lágrimas. Le costó su salud, le mermo su economía, pero consiguió para el Betis y sus innumerables seguidores lo que parecía casi imposible de conseguir. Dios lo tenga en su gloria.El famoso (creo que maravilloso, y aseguro también que modestísimo) “tropezones” años y años con un chiste diario en el diario sevillano de la tarde, me homenajeó con un cuadro en el que aparecía un coche dejando atrás los campos donde el Betis viajaba y se leía:


“Es seguidor del Betis a todas partes y sale de Sanlúcar la Mayor, a verlo aunque sea al Planeta Marte, no hay partido que falte el primer seguidor, el más que nadie, presenció la hazaña de los verdes en su invicta campaña, Antonio merece un monumento para el ejemplo de la afición de España. Que una cosa es chillar en la Palmera y otra a los babilonios cuando se juega fuera. Y esto lo hizo Antonio, en Cádiz en Marruecos y en Utrera, rodeao de demonios, dando siempre su viva entre los “mueras”.


Mi sueño, mi ilusión, es ser algún día presidente del Betis. Esto es tan difícil como ser alcalde, pero mi labor, mi autonombramiento de “publi-relations” me hizo feliz. Sufrí mucho; pero me queda la satisfacción de haber tratado, por toda la geografía española, de inculcar el nombre de nuestro histórico y personalísimo Betis y de llevar en mi solapa ese insignia de oro de campeones que sólo tienen Carrasco, Nieto, y Legrá y que a mi me dieron en nombre y representación del Real Betis Balompié, campeón mundial de la simpatía.

Antonio Moguer, uno de los más populares seguidores béticos

Correo Deportivo 2 de junio 1974

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